"Tomé el libro de Blanqui, me lo puse debajo del brazo y salí a la calle. Me senté en un banco del parque Pereyra. Una vez más leí este párrafo: "Habrá infinitos mundos idénticos, infinitos mundos levemente diversos, infinitos mundos diferentes. Lo que ahora escribo en un calabozo de la Fortaleza de Taureau, lo he escrito y lo escribiré durante la eternidad, en una mesa, en un papel, en un calabozo eternamente parecidos. En infinitos mundos mi situación será la misma, pero tal vez haya variaciones en la causa de mi encierro o en la elocuencia o el tono de mis páginas."
Adolfo Bioy Casares.
"Blanqui abarrota de infinitas repeticiones, no sólo el tiempo, sino también el espacio infinito. Imagina que hay en el universo un número infinito de facsímiles del planeta y de todas sus variantes posibles. Cada individuo existe igualmente en infinito número ejemplares, con y sin variaciones.
Jorge Luis Borges.
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Esta serie de fotografías fueron tomadas desde el techo del edificio esquinero donde viví en Bogotá durante 30 años. Las primeras imágenes fueron tomadas en el año 1985. Muchos años después en el 2019 tome otro grupo de fotografías adicionales desde el mismo lugar. En algunas fotografías de la primera series aparecen algunos signos pintados con aerosol sobre el suelo de cemento del andén. Uno de estos signos, de los que nunca supe el origen, me recordó la constelación de la Osa Mayor. Esto unido a un perro negro que aparece en la misma fotografía me hizo asociar su imagen a la constelación Canis Mayor. En otra fotografía de la serie inicial un par de madres pasean en dos cochecitos a sus respectivos bebes. La posición de sus piernas también parece hacer eco al signo pintado en el piso. En síntesis mi mente vio en muchas de las figuras derivadas de las posiciones de los cuerpos de los paseantes tomadas en plano cenital, signos, y en algunos momentos, constelaciones. Esto condujo al título de la serie. La serie muestra toda clase de personas de distintas edades que pasan por los andenes y calles de esa esquina que sirve de encrucijada de varias rutas del barrio Teusaquillo. Las cicatrices de obras en el pavimento y el andén complementan las imágenes.
Muchos años después leí el libro La eternidad a través de los astros, una hipótesis astronómica de Louis Auguste Blanqui. El libro fue escrito por este controvertido autor mientras estaba en prisión y fue publicado en 1872. Propone una teoría poética del eterno retorno a partir de una infinita multiplicidad de tiempos y espacios en mundos posibles que contienen dobles de todos los seres por lo que concluye que todo ser humano a partir de esta conjetura, es un ser eterno en cada uno de los segundos de su vida a partir de las repeticiones y variaciones de su existencia en todo el universo. Es inevitable pensar en Blanqui creando un modelo del universo basado en la repetición como una compensación mental a su prolongado encierro en la prisión y un cierto consuelo de redención y eternidad de su propia existencia en la misma. Tal vez por esto el texto me conmovió. Decidí entonces, acompañar las fotografías con fragmentos del texto de Blanqui. Me gustó la idea de contrastar las imágenes de la cotidianidad de las personas del barrio que caminan en el andén o atraviesan la calle con la dimensión y escala cósmica del texto de Blanqui. Me parece que la imagen y el texto se potencian mutuamente. De hecho Blanqui en varios párrafos compara los acontecimientos de las vidas individuales de los seres humanos con la eterna repetición y variación de los eventos que, en su especulación astronómica, definen el devenir de las estrellas y los planetas.